FUNCIONES DEL SEXO

La función del sexo en la mayoría de las especies animales, se subordina a tareas reproductivas, pero entre los primates, y especialmente los humanos, esta función se ha visto superada, incrementando las funciones de la actividad sexual:





Reproducción





El dimorfismo anatómico de ambos géneros está diseñado evolutivamente para favorecer la procreación, mediante la complementación de pene y vagina para favorecer el encuentro de los gametos. 





Contingencia placentera


Entre los primates la actividad sexual actúa como un reforzador básico de carácter positivo. La expectativa de lograr placer actúa como reforzador positivo, reduciendo la actitud defensiva del individuo y haciéndole más propenso a establecer vínculos con otros miembros de su especie.








Establecimiento de vínculos





En los humanos, la relación sexual favorece la vinculación y refuerza los lazos afectivos entre la pareja. El ser agentes y receptores de un intercambio de experiencias placenteras y emociones placenteras, contribuye al establecimiento de una unión afectiva, generando seguridad emocional



Afirmación de la identidad de género



La atracción que despertamos en los miembros del otro género, actúa como un importante reforzador de nuestra identidad sexual y modulador de nuestra autoestima (por ello es frecuente el problema de autoestima y depresión en mujeres histerectomizadas, masectomizadas o varones con problemas de erección).


Mitigador de ansiedad


La disminución del nivel de activación que sigue al orgasmo produce un descenso de los niveles de ansiedad. De hecho, esta función se observa a partir de los 18 meses cuando el niño desarrolla conductas masturbatorias al sentirse disgustado, cansado, o aburrido, comportamiento que tiende a remitir a los 5 años. 


Ascendencia o dominio


Tradicionalmente se ha asociado la sexualidad al poder físico y estatus social del macho. De modo que únicamente tienen acceso a las hembras aquellos con mejor condición física o posición más alta en el grupo.